14 feb 2017

Tengo por compañero un alma que sabe, trasmite, respira y emana paz.

Lo descubrí en un bar heavy, de esos que hacen remolinos con la cabeza al son de la música.

Tenía ojos de niño inocente, boca indulgente, de esas que perdonan con un beso toda una vida, nariz de pillo redomado y orejas de puck, el duendecillo de la suerte.

Se licenció en alguna ingeniería, y también en humanidad, en calor de manos que calman, y en miradas que acarician sin tocar.

Duerme con dos perritas por encima de su cabeza, y una novia en la esquina más opuesta de la cama, baila cuando no le ven, y me mira de reojo cuando piensa que no le miro.

Tiene un corazón que sirve para todo, aunque sea un tanto inexperto, pero sigue siendo el de un chico que ama sin razón, o quizás con demasiada razón, de tal forma que se enamora de los problemas y las cosas más complicadas del mundo, de esas de las que ese mismo mundo huye.

Él es un poco hielo y un poco sol, pues sabe arder a la par que congela miradas en mi retina, es un poco mi cielo, de esos con nubes caprichosas y un fondo azul que enamora sin querer.

Tenemos un secreto que se llama Valentina, y unas llaves a punto de ser dobles parejas.

Mi chico es luz de luna, estrellas y perséidas, es un café en las mañanas, pues sin el no puedo despertar, y es también mis sábanas de seda en la noche, la delicadeza y suavidad que me abrazan y me acunan sin fin.


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Carpe diem =)