Son tantas las tristezas de los años que se fueron, 
Que me veo en ellos casi mas como musa de los que me quieren, 
Que como la mujer de a pie que debo ser. 
Si fuéramos demasiado jóvenes, el hombre mi de vida hubiese sido yo misma,
Para quitar dolor de ese corazón que, a día de hoy tanto pesa.
Añoro ser más la mujer de mi vida...que de la tuya quizás las sea, pero para mi no es suficiente,
Deseo ser yo la que provoque huracanes en mi oasis, y ganar las guerras que cada noche han de ser ganadas por mi cuerpo.

Cambié sueños por deseos cumplidos, pues ando por aquí como una niña, dando saltitos,
Y soy delirio de los que me rodean, aunque me pese.
Rompí la vida en cien mil pedazos, y yo misma fui uno de esos pedacitos,
Para guarecerme en el bolsillo de aquel amor que me dejó en una esquina,
O quizás por pasar desapercibida ante este mundo que se me antoja tan enorme y desquiciante…y doloroso, e injusto, triste e inmundo.
Soy la promesa de un ayer, hoy y mañana, y tengo pendiente una vida que vivir entre Carpe diem & try again, soy lo que quiero ser a veces, pero algunas de ellas quisiera ser mas, mucho mas.
Y como el tigre que se queda quieto ante su presa, pienso si huir o matar…matar a la Ana eterna, la niña pecosa que sigue viviendo de cuentos de hadas…o si huir del mundo que me rodea y me atormenta. Y hoy, ante ese desastre de pensamiento, me abrazo al pequeño desastre que siempre fui, y pienso que todo es ambiguo, castillos de arena o de naipes que se vienen abajo al menor movimiento, tras el esfuerzo de construir algo grande.
Pero he decidido que me quedo con la tercera opción del tigre. Puro fuego, puro instinto, y el mio es arder. Arder desde dentro, con la furia de la vida que vive en mi, y viajar al destino que la vida me tenga preparado, con todas sus consecuencias. Pero arder, consumirme en pequeños instantes de felicidad hasta el fin de mis días.