Comencé por sentir el frío en los labios, por la escarcha que se fué construyendo en ellos por la ausencia de sorbos de lealtad, o quizás por el café que ya no era posible degustar de la misma forma.
El silencio en casa era eterno, y recordaba resquicios de música en los rincones que hicimos nuestros, pero ya no, ya no soy niña ni me pierdo en tus recovecos, buscando los cuentos de hadas que nos contábamos al hacernos a la mar en nuestro barco, sin saber que iba a la deriva.
La cama encantada ya no huele a ti, pero sigue ahí, consciente de mantener el recuerdo, en la mesilla el atisbo de un retrato, las ganas de un día no tener que recordar y volver a escuchar el sonido de las llaves en esa mesita que hiciste tuya, con total normalidad.
La vejez no llega de repente, pero el alma la siento con mas años de los debidos, mirando mis manos como si me recordaran el mapa que quedó en ella grabado, el de tu piel.
Es curioso como a veces te escucho, en un aquí y ahora, pero se que es un nunca jamás.
Que me duele, que me sigue doliendo ese Diciembre, que me abrasa cuando lo nombro y que cada cierto tiempo recuerdo que hubo una vez en la que ese alguien me quiso...
Con los años y la distancia, hasta la primavera se acabó, todo fue lluvia, en la que a pesar de todo me refugiaba, enamorada, como no, de su sonido tras los cristales que una vez miramos los dos.
Son los truenos la música que me recuerda el final, y el relámpago ilumina una sombra, la del día que te ví partir, y se me rompen las alas en la tormenta, de volar por encontrar tu recuerdo, y el aire que susurra un nombre, tu nombre, que se lo aprendió para que no se me olvidara nunca.
Ese aguacero deben ser los ángeles, que lloran por lo que pudo ser y nunca mas será. y quizás el día en que se cierren mis ojos, volverán tus pupilas a mirarme como aquella primera vez, en algún rincón de mi eterno Madrid.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Carpe diem =)