Fueron tantos los años soñándote que,

cuando regresaste y me miraste,

se me cosió sola el alma.

Que sin ser bala perdida,

me dejaste una herida abierta

que no cerró hasta que conseguiste lo imposible:

Que te besara con los ojos cerrados,

que, como bien sabes, era una utopía para mi...

pero supiste tocar mi corazón coraza, y te metiste tan dentro,

que todo quebró y resurgí de mis propias cenizas.

En aquel febrero me helaste por dentro,

pero cuando te pensé, me sentí fuego,

y la primavera vino tras nosotros.

Seguiremos contándonos cuentos hasta que se hagan realidad.

Fdo. Tu caperucita (violeta)