Felicidades, papi...Hoy cumpirías 68 años...Daría todo por poder abrazarte...Y es que tus abrazos caían a diario, como la lluvía, deprisa, a borbotones, siempre como si fuera el último...tu alma era la de un niño que creció, sin querer...Y no puedo perdonar a la muerte, se enamoró de ti tan pronto...que el dolor siguen siendo puñaladas en el pecho, que siguen cortándome hasta el aliento.

Dejaste aquí mucho por hacer, y aún me atormenta todo eso que pudo ser y no fué.

Gracias a ti y a mamá por haber haber pintado estrellas en mi cielo gris, por cantarme bajito para que me durmiera o me alegrara, por inventar un mundo entero en mis días grises, por llevarme a hombros o en silla de ruedas y correr conmigo, por ser la alegría mas grande del mundo cuando llegabas los viernes al hospital, por ser la luz mas brillante en el horizonte, por no haberte quejado nunca, por tu infinita paciencia, por pelarme los garbanzos para que pudiera comer unos poquitos, por buscar hasta encontrar todo lo que me hiciera feliz... Como si fueras una especie de mago, sacabas felicidad y amor para los que te rodeaban, aunque estuvieras triste, agotado y sin fuerzas...Conseguías que todo lo malo pasara a ser bueno, con tu eterna sonrisa, tus ojos verde esperanza, y tus manos, siempre en las mías, calentándolas cuando tenía frío.

Y es que has sido tanto, papá...que me siento vacia, rota...Pero se que en cada paso que doy, veo tu esencia...Te quiero muchísimo...